Las seis. Enciendo la luz de la cocina. Enciendo el ordenador. Cierro la ventana del salón. Siempre, verano o invierno, dejamos un par de centímetros de ventana abiertos para la cosa de dormir ventilados. Sostenemos la peregrina idea de que así es más sano. Digo peregrina porque no estoy seguro de que ese razonamiento sea del todo lógico.
Hace algo de frío. Sopla el viento contra los cristales. Es todavía de noche. Me pongo un jersey sin mangas y enciendo la calefacción. Preparo café.
Me quedo mirando la luz blanquecina de la manzana mordida. No sé a santo de qué me da por escribir en la ventana de Safari: “morder la manzana”.
Y la pantalla me responde: ¿Te atreves a morder la manzana del pecado? Solos tu y yo, desnudos en el paraíso. Te ofrezco mi compañía para momentos de secreta intimidad, cenas, reuniones o eventos sociales o bien, podemos compartir viajes o fines de semana. Las horas se nos harán cortas. Un masaje para entrar en situación, confianza, elevar la temperatura que hay aprisionada, la tuya y la mía, la nuestra…y sigue hablando sobre enseñarme el “sado – erótico”, botas altas, juguetitos varios… si a tu pareja le gusta el morbo de verte en “acción” o ella ponerse en situación, estaré orgullosa de complacer vuestros deseos…y remata: Servicios en St Just Desvern.
¡Caramba, pienso, si sólo son las seis de la mañana!
También leo que, al parecer, morder la manzana es signo de buena fortuna. Bueno, Blancanieves lo pasó muy mal, más bien fatal pero al final la manzana envenenada no pudo con ella y el príncipe Urbason la rescató.
Me pongo otra taza de café. Me voy al baño a tomarme las pastillas. St Just Desvern, eso me suena en Cataluña. A unos seis mil kilómetros de donde vivo. Este ordenador es un chingón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario