Hoy me ha recriminado mi costilla de que no haga los ejercicios desde algún tiempo. Es verdad. Cuando estuve fastidiado de la ciática me puse a ello y me dio buenos resultados. Los estuve haciendo regularmente durante mucho tiempo. Luego, de repente, me olvidé.
Lo mismo me pasó con la bicicleta, años y años subiendo y bajando los puertos de cerca de casa. ¡Como disfrutaba! Hacía un circuito de cien kilómetros que incluía dos puertos y, bueno, como quien lava. No, no. Menos lobos, que a veces iba limpiando el asfalto con la lengua.
Y pasó lo mismo. No sé como ni porqué arrumbé la bici. No fue debido a nada en particular, no me caí, ni me dio un infarto, al contrario, estaba en muy buena forma, ni me metí en un partido político, ni pensé en ningún momento que era demasiado viejo, pero cuando me di cuenta ya hacía tiempo que no salía a la carretera. Ahora miro mis dos bicis de carreras y pienso que no sería capaz ni de llegar a la esquina.
Con los recuerdos sí, con ellos subo ligero la Cuesta de los Pobres que tenía su aquél y no dominé hasta después de mucho entrenar. Y los puertos ni te digo. Las cosas se cogen y se dejan por las buenas. Al menos es lo que me pasa a mi.
Bueno, basta de charla, me pongo a ello…estiramientos…
flexiones…derecha…izquierda…está amaneciendo, en cuanto termine pondré café, luego el ordenador, a ver si soy capaz de acabar el capítulo que tengo entre manos.
Luego voy a hacer un guiso de carne. Sencillo. Unas cebollas picadas, ajos, pimientos…pondré la carne a marinar en trozos pequeños para luego poder hacer tacos. Eso es. Soja, ponzu, aceite de oliva, perejil, pimienta y sal, mucho ajo. Lo rehogo bien, vino blanco, quizás unos pimientos del piquillo para darle un toque…un poco de música de cámara para abrir boca.
¿Haydn, Mozart, Beethoven?
¡Ah! Derecha…izquierda…uno…dos…
¿Se me olvidarán mañana?