Hoy he nacido de esta hermosa mujer joven
a la que siempre llamaré madre.
Otras caras me sonríen mientras tomo aliento
y mis pulmones se acostumbran a este extraño mundo
al que acabo de llegar desde las brumas del eterno viaje.
Me miran rostros nuevos, mi abuela y mi abuelo,
mis primos en cuyos ojos se refleja parte de mí,
mi padre, joven, algo confuso y amedrentado
por mi presencia, aturdido y feliz sin embargo.
De la oscuridad a la luz
el sol entra por la ventana
y todos los que están a mi alrededor
hablan y lloran casi en silencio,
algunos a mitad del recorrido
otros subiéndose a la vida,
casi como yo, que me oculto entre los brazos de mi madre.
A los que habéis venido a recibirme,
desde mi mirada aún casi ciega os saludo
aquí estoy ahora, desnudo por dentro y por fuera
desnudo al nacer, como será al morir,
soñando con una nueva música que pudiera haber conocido
en una existencia anterior, pero no recuerdo, no lo sé.
El tiempo de mi vida comienza a pasar, lento y suave
como las hojas que se mueven afuera
lanzando destellos de luz que corretean juguetones
por mi nueva cara solicitada por todos.
Permanecéis brevemente a mi lado hasta desaparecer
en la tiniebla confortable de mis ojos somnolientos
y duermo junto a mi madre
que guarda mis manos entre las suyas.
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