Aparcados en Baker Beach. Sentados en el coche frente al mar. En la radio Dinah Washington canta “If I Love You” mientras permanecemos en silencio viendo las olas llegar a la orilla donde rompen con fuerza. Entre la niebla que comienza a formarse en la entrada de la bahía asoma la figura oscura de un carguero repleto de contenedores que avanza lentamente hacia la entrada del Golden Gate.
Andando sobre la playa alguna pareja charlando, parando de vez en cuando a sacar una foto, cogiéndose del brazo…dos pescadores con sus largas cañas permanecen sentados en la arena, las cañas se comban o estiran con el movimiento de las olas, un perro corre a recoger la pelota que le tira su amo y vuelve feliz depositándola a sus pies.
Paseo mi vista por la playa, todo está tranquilo, la luz de la tarde se muestra más azulada con la llegada de la niebla. Noto una vibración en mis ojos. No, no es en mis ojos, es en la playa, en el mar, no es exactamente una vibración es más como una mínima interrupción, como los pequeños saltos que da una cinta de celuloide en una película antigua.
Me concentro. Entre una secuencia y otra el escenario es el mismo pero la pareja viste de otra manera, el perro es claramente de otra raza y el barco del fondo no es un carguero sino un destructor, no, ahora es un barco de vela.
Mi mujer me pide algo de la parte de atrás del coche. Vuelvo y me acomodo de nuevo poniendo los pies sobre el salpicadero. En la radio el saxofón de Dexter Gordon. Cierro los ojos dispuesto a echar una cabezadita.
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