A veces se pone muy pesado. Siempre aprovecha cuando mi mujer ha salido para hacerme una visita. Sabe que no me gusta que merodee a mi alrededor. Hace años tuvimos unas palabras porque me seguía a todas partes, me daba mucho la lata. Me planté y le dije:
—Mira, me importa un pimiento que seas o no mi ángel de la guarda, no tengo nada contra ti pero déjame en paz ¡Quiero estar solo! ¿Entiendes? ¡Solo!.—
Se puso gallito y ahuecó las alas, quiero decir en sentido metafórico, porque este ángel no tiene alas ni nada que se le parezca. Recurrió a las sempiternas artimañas de que él estaba para que no me atropellara un autobús o me cayera un piano de cola en la cabeza desde un sexto piso. Vamos. Las viejas amenazas para que me cagara de miedo.
Claro, tengo que admitir que entonces yo era un niño y además muy influido por las cosas de la iglesia. Pero a medida que me fui haciendo mayor vio que pasaba de él y poco a poco me fue dejando en paz.
Aparecía de vez en cuando, siempre cuando estaba solo, como una vez que me fui a hacer una marcha por la sierra y saltó de detrás de un pino, me dio un susto de muerte. Se disculpó porque, eso sí, está bien educado. Con una educación clásica y tengo que reconocer que a veces me contaba historias divertidas y picarescas de los dioses del Olimpo y su devaneos con los humanos.
—¿Pero tú ya eras ángel en aquellos tiempos? Si todavía no existía el cristianismo, no te creo…
—Te equivocas, amiguete— me decía — nosotros ya andábamos por ahí revoloteando mucho antes de que se montase el cristianismo ¿Qué te crees? Nosotros venimos de la noche de los tiempos.
—¿De la noche de los tiempos?
—¡Que pasa! ¿No te gusta la noche de los tiempos?
—Me suena algo cursi.
—¡Qué sabrás tú! ¡Memo arrogante!
—Oye, que yo no te he faltado…
—Es verdad, perdona, es que los humanos tenéis la virtud de irritarme.
Bueno, el caso es que no tenía nada de fondo a pesar de ser un ser etéreo y todo eso y se quedaba atrás jadeando apoyado en los pedruscos de La Pedriza. Al final tuvo que tumbarse un rato cuando llegamos al Collado de la Dehesilla y gracias a que compartí el bocadillo con él y le pegó unos tientos a la bota, se reanimó y pudo llegar hasta el Yelmo.
La verdad es que es un buen tío, en varias ocasiones que estuve muy solo me hizo compañía, me apoyó, me dio buenos consejos. Llegamos al acuerdo de mantener la amistad sin molestarnos, él vendría al menos una vez al año a saludarme y el resto del tiempo cada uno iría a su aire. Así lo hizo. A través de los años paseamos juntos, en alguna ocasión le dimos al alpiste más de lo debido y como no aguantaba nada le tenía que dejar dormir en casa y me contaba historias de ninfas y hados que sonrojarían al pirata más disipado.
Pero últimamente aparece más a menudo. Como ayer que mi mujer había salido y antes de materializarse en la habitación oí una voz que decía:
—Oye, no te mosquees que soy yo…¿Molesto?
—No hombre, dichosos los ojos…estaba entreteniéndome en el ordenador, siéntate aquí en el sofá…¿Una copita?
—No,no, gracias…últimamente el alcohol me pone muy melancólico, mejor un cafelito si no es molestia…
—Claro que sí, te lo pondré bien caliente con un buen trozo de bizcocho….
—Si te empeñas...
–Te noto más delgado, algo desmejorado…
Se me hizo un nudo en la garganta verle allí sentado mojando el bollo en el café y mirándome con ojos tristes.
—¿Ocurre algo que debiera saber?¿Se va a acabar el mundo, el universo o algo así?
—No, no, nada de eso— sonrió sorbiendo el café — Es sólo que se está reestructurando el escalafón…
—¿La jerarquía?
—Eso es.
—¿Y a ti como te afecta eso?
—Pues me afecta moralmente más que nada…después de tanto trabajar y preocuparme ahora me quieren jubilar, eso sí, con todos los trienios estelares…
—Bueno, estarás contento, te mereces un descanso…
—Sí, descanso…un aburrimiento, el ostracismo…
—¿Y porqué te quieren jubilar?
—Por lo de siempre, andan mal de presupuesto, la jerarquía está inflada de gente que entra por enchufe, porque conocen a alguna Potestad, a algún Trono, a alguna Dominación, incluso los hay que tienen mano cerca de los Querubines y Serafines…y éstos que se supone que deberían de dar ejemplo meten a todos sus parientes en el funcionariato aunque sea de simple ángel para luego ir trepando poco a poco. Puro Nepotismo. Y claro, cuando tiran de organigrama y ven que sobra un montón de personal siempre pagan el pato los que no tienen buenas agarraderas…y ese es mi caso.
—¿Y tú que eres? ¿Ángel o alguna de esas otras cosas que has nombrado?
—Yo empecé de ángel de base bastante antes de lo que vosotros llamáis el “Big Bang” y poco a poco, gracias a mi esfuerzo, porque todo hay que decirlo, pasé oposición tras oposición y ahora estoy en la escala veintitrés o sea que soy Trono y ya estaba hincando los codos para presentarme a otro examen para la plaza de Querubín, que eso son ya palabras mayores y de conseguirlo estaría a las puertas del cargo más alto jamás creado: Serafín.
—¿Y llegarías a Serafín?
—Muy difícil, cuestión de tiempo y esfuerzo, quizás dentro de los próximos diez a quince milenios.
—Y ¿Qué piensas hacer?
—Pues no sé, resignarme…pasear, tomar el sol y encargarme de algún trabajillo de atención a los humanos…
—Pues lo siento…pero aquí tienes tu casa, puedes venir a verme siempre que quieras…
—Te lo agradezco…¿Te importa que me quede aquí en el sofá un ratito? tú puedes seguir con tus cosas, no voy a molestarte…
Vuelvo al ordenador y sigo con mi tarea, él saca su ipod y se pone los cascos mientras se tumba en el sofá. Me levanto y le echo una manta por encima. Sigo trabajando, al cabo de un rato le miro y veo que se ha quedado dormido. Pobre, me da pena, toda la eternidad con las oposiciones, o de jubilata vagando sin nada que hacer…al menos los humanos tarde o temprano cascamos y a otra cosa mariposa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario